Cambiar no es fácil. Verse obligado a cambiar, tampoco suena bien. Da mucho trabajo. Nos saca de  nuestra zona de comodidad, hace que cambiemos de rutina y nos replanteemos las cosas que pensábamos que estaban bien.

Nadie estaba preparado para este cambio, que nos ha tocado vivir a todos. Trabajar desde casa, una opción que antes hubiera sido atractiva, ahora es en algunos casos sinónimo de aburrimiento y soledad y en otros de confusión y falta de concentración.

Se acerca el final de este año loco y con este, la Navidad. Otro paseo en esta montaña rusa descarrilada que ha llegado a desacomodar nuestras vidas. Un momento más, en el que tendremos que volver a aprender a vivir. Porque todo este año ha sido novedad y aprendizaje, y la Navidad no será una excepción.

Navidad es tradición. Y nuestra tradición es juntarnos. Es compartir, es presencia, es conversación, es afecto. Piezas que difícilmente encajan en el rompecabezas de esta nueva vida.

Pero no perdamos la esperanza. El cambio nos hace bien. Nos hace detenernos y repensar la vida. Nos hace comprender lo que es realmente importante para nosotros y nos hace valorar las cosas que damos por sentado. Nos hace dejar el apuro de la vida y volver a ser dueños de nuestro propio tiempo. Nos hace ser creativos y encontrar nuevas formas de hacer lo que siempre hemos hecho de la misma forma.

Navidad es tiempo de estar en familia. De reunir a toda familia, de poner una tabla debajo del mantel y agrandar la mesa. Es momento de compartir la comida y demostrar que nos preocupamos por aquellos que más nos importan.

Pero también, es un momento de prisa. Al no poder estar muy presente, con la prisa por acudir al próximo evento. Y ofrecer regalos sin sentido, porque no podemos llegar sin nada. De gastar dinero sin pensar, o comprar de forma impulsiva porque ya es la víspera y todavía tenemos que tachar varios nombres de la lista.

Natal

Este año, probablemente no podremos reunir a toda la familia. No podremos correr a los centros comerciales en el último minuto y ciertamente no tendremos dinero para gastar en frívolos impulsos. Pero podemos juntar a la familia cercana y tener tiempo para aprender sobre la vida de cada uno de ellos. Y podemos llamar a quienes queremos y no hemos visto en mucho tiempo, o cocinar para el que está solo. Y ciertamente tendremos que encontrar nuevas formas de mostrarle a quienes queremos, lo importantes que son para nosotros.

Muchos de nosotros no vamos a tener una fiesta de Navidad en nuestro trabajo. No podremos escuchar el discurso del jefe, tomar unos tragos por la noche o llevar a ese colega a la pista de baile. Pero este año, también nos ha enseñado muchas cosas buenas. No podemos juntarnos, pero podemos vivir la Navidad unidos. No podemos celebrar todos en el mismo espacio, pero podemos llevar la Navidad a casa de todos. Es que la esencia de la Navidad no es la fiesta, sino la forma en la que celebramos juntos, aunque no sea físicamente.

Natal

Navidad es tiempo de agradecer. Y este año, más que nunca, debemos agradecer a todos por su esfuerzo y dedicación, a menudo con más horas y menos salario. Necesitamos motivar a todos y celebrar que la empresa haya llegado hasta aquí. Es hora de decirle, a cada uno, lo importante y valioso que es. Porque si logramos motivarnos, los unos a los otros y trabajar en equipo, llegaremos más lejos. Y querer ir más lejos, nunca ha sido tan literal como lo es ahora.

Extraño camino, el presente. De redescubrirnos a nosotros mismos y a la vida. Pero nada es para siempre. Y luego, cuando todo haya terminado y podamos regresar, tal vez miremos hacia atrás y nos demos cuenta de que en muchas cosas estamos incluso mejor de esta manera.

Lee el último artículo sobre Digital Event by Multilem, escrito por nuestra Rosa Vaz aquí.