La Aceleración de la Tecnología
El ritmo del cambio tecnológico actual es verdaderamente asombroso. La inteligencia artificial, antes limitada a la predicción y la automatización, ahora crea contenidos, desarrolla soluciones y está transformando industrias — incluyendo la de los eventos. Desde la personalización en tiempo real hasta la logística integrada, la IA está simplificando procesos que antes eran intensivos, con una precisión y rapidez impresionantes. Pero, con tantos avances, surge una pregunta fundamental: ¿qué papel sigue teniendo el ser humano en experiencias impulsadas por la tecnología?
De la Predicción a la Creación
La IA lleva tiempo formando parte de nuestras herramientas, ayudando a las empresas a analizar patrones, predecir comportamientos y automatizar tareas. Lo que ha cambiado ahora es su capacidad para crear. Hemos entrado en una nueva fase en la que el machine learning ya no es solo de apoyo, sino generativo.
En el mundo de los eventos, esto significa que tareas que antes requerían decenas de profesionales y semanas de planificación ahora pueden ser prototipadas en cuestión de horas. Un concepto de campaña, una maqueta visual o un análisis de datos, que antes requerían equipos enteros, ahora están al alcance de un solo usuario equipado con las herramientas adecuadas. La barrera de ejecución se ha reducido y el potencial de innovación se ha disparado.
Aun así, no se trata de que la IA sustituya a los profesionales, sino de cómo redefinimos nuestros roles junto a ella.
El Factor Humano: Más Crítico que Nunca
A pesar de la velocidad y la eficiencia de la IA, hay algo que nunca podrá replicar: la emoción.
Puede simular tonos, imitar conversaciones y generar contenidos, pero no comprende lo que significa sentir. No sabe qué convierte un momento en inolvidable.
Ese conocimiento es exclusivamente humano.
Son las personas quienes plantean las preguntas que responde la IA. Son las personas quienes establecen la estrategia, la visión y la intención. Aunque la IA puede amplificar nuestro trabajo, no puede replicar la autenticidad, la intuición ni la empatía que los humanos aportamos al diseño de experiencias.
Los eventos son paisajes emocionales, y es la emoción la que impulsa el recuerdo, la conexión y la fidelidad.
Por eso, tras un periodo global de fatiga digital, hemos asistido a un fuerte regreso a los encuentros presenciales. Los seres humanos somos sociales por naturaleza. No acudimos a los eventos solo por la información: buscamos inspiración, conexión y pertenencia. Porque en los eventos, como en la vida, las emociones son insustituibles.
IA en el Turismo y los Eventos: Una Nueva Realidad
La IA ya está integrada en muchos aspectos de las industrias del turismo y los eventos. Desde el procesamiento biométrico en aeropuertos hasta la planificación inteligente de viajes y la personalización de contenidos en eventos, la transformación ya está en marcha.
Los datos son claros: la adopción de la IA es alta y sigue creciendo, y los beneficios en eficiencia y compromiso son evidentes.
Sin embargo, a pesar del giro digital, lo que más recuerdan los asistentes a un evento rara vez es la tecnología en sí. Son las experiencias sensoriales — lo inesperado, lo emocional, lo humano. Un aroma, un sonido, un momento compartido de sorpresa — esos son los recuerdos que perduran.
- Se espera que el 97% de los pasajeros sean procesados mediante reconocimiento facial en 2027.
- El 73% de los viajeros ya utiliza IA para planificar sus viajes.
- El 91% de los asistentes a eventos interactúan más con contenido personalizado.
- El 90% de los profesionales de eventos cree que la IA aumentará significativamente la eficiencia.
La tecnología puede perfeccionar el marco, pero la emoción es lo que llena el lienzo.
Encontrar el Equilibrio: Tecnología como Facilitadora, No Sustituta
El reto ya no es decidir si usar o no la IA, sino cómo utilizarla de forma responsable y significativa.
1. Utilizar la IA para eliminar la fricción, no la emoción: Cuando se integra de manera inteligente, la IA elimina obstáculos operativos, permitiendo a los profesionales centrarse en lo que realmente importa: crear momentos que resuenen emocionalmente. Tareas como los registros, la programación o la gestión de datos pueden automatizarse, liberando tiempo y energía para la narración de historias, la creación de ambiente y el compromiso emocional.
2. Diseñar para generar significado: Diseñar con significado implica dejar espacio para la espontaneidad y la sorpresa. Supone construir experiencias que no sean solo eficientes, sino también profundamente sentidas.
3. Medir lo que realmente importa: Los indicadores de rendimiento son importantes, claro, pero la verdadera medida del éxito va más allá de los clics y las conversiones. Debemos preguntarnos: ¿El público sintió algo? ¿Conectó — no solo con la marca, sino entre sí?
El Toque Humano en Acción
Pensemos en una activación de marca bien diseñada. Los asistentes quizá recuerden la interactividad digital, pero sentirán la calidez de una bienvenida personalizada, el aroma del café recién hecho, el ritmo de un tambor vibrando en el espacio.
Estos no son logros de la tecnología — son historias humanas, compuestas cuidadosamente a través del diseño sensorial y la inteligencia emocional.
No es casualidad que las grandes compañías sigan apostando firmemente por las personas. Muchas destinan hasta un 70% de sus recursos al capital humano y solo un 30% a la tecnología. No es un rechazo de la IA, sino un reconocimiento de lo que realmente impulsa la experiencia: la conexión humana.
Conclusión: Somos los Arquitectos de la Emoción
La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y su papel en la industria de los eventos seguirá creciendo. Es un socio esencial para mejorar la productividad y la precisión. Pero no es quien marca la visión.
Como destacó Dorothee Anjos, Directora General de Multilem Middle East, durante su ponencia en solitario en el ATM Dubái esta semana:
«La IA es el copiloto, no el creador.»
La razón por la que las personas se reúnen no ha cambiado. No acuden solo para ver, escuchar o consumir: vienen a sentir, a compartir, a formar parte de algo más grande.
Ese propósito sigue siendo atemporal, sin importar lo sofisticadas que sean las herramientas que utilicemos.
Al final, el futuro de los eventos no se definirá por lo avanzada que sea la tecnología, sino por cómo la usamos para conectar personas.
La emoción sigue siendo el medio más poderoso. Y nosotros, los humanos, seguimos siendo sus mayores artistas.






